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Empresas pierden 20% de sus ganancias al no descarbonizarse




El ritmo mundial de descarbonización sigue siendo demasiado lento: según el estudio de PwC, el mundo necesita descarbonizarse siete veces más rápido que el ritmo actual para limitar el calentamiento a 1.5 °C por encima de la media preindustrial.


Es hora de tomarse en serio el riesgo climático. De acuerdo con el Net Zero Emmisions Index (NZEI) de PwC, México es el segundo país latinoamericano con más producción de emisiones de CO₂, después de Ecuador. Esta cifra es un recordatorio urgente de que es preciso actuar para alcanzar los ambiciosos objetivos de emisiones netas cero. Con un nuevo año en el horizonte, la posibilidad de que las empresas desbloqueen las ventajas de la descarbonización se incrementan y, más que eso, la reducción y transformación de emisiones se hacen cada vez más necesarias.


De acuerdo con McKinsey, si las empresas no se descarbonizan, corren el riesgo de perder hasta 20% de sus beneficios económicos en los próximos siete años, debido a factores como la inmovilización de activos, el aumento del coste del capital y la pérdida de cuota de mercado.


Los directivos tienden a conocer sobre los peligros físicos del cambio climático en un sentido general, pero muchos de ellos tienen un conocimiento incompleto del impacto específico que este podría tener en sus negocios; por ejemplo, los riesgos físicos para las operaciones, las infraestructuras o la cadena de suministro. Aunado a ello, desconocen los retos relacionados con la transición social y económica que un mundo descarbonizado supone, como puede ser, los cambios en la demanda, el impacto en los precios de la energía, los requisitos de renovación de edificios o los cambios en la competitividad de las cadenas logísticas.


Aunque reconocer el riesgo climático es una cosa, contar con una estrategia clara capaz de ejecutarse para un beneficio claro es otra, una que requiere una sólida comprensión de los problemas, así como de reconocer la forma de abordarlos. Sin embargo, de acuerdo con KPMG, 78% de los directivos no conoce acerca de las posibles soluciones para alcanzar la descarbonización, mientras que solo 20% ya está poniendo en marcha iniciativas relacionadas con la reducción de las emisiones de CO₂. Algo que también los detiene para implementar herramientas sustentables es su preferencia por las metodologías/actividades tradicionales que han utilizado por gran cantidad de años y les han dado resultados, quizá cierta resistencia e incertidumbre alrededor de estas nuevas herramientas


Además del reto climático, las empresas enfrentan la complejidad de la inflación, los cambios constantes en el mercado, la escasez de suministros y el aumento de los tipos de interés, entre otros. Para crear valor, los negocios deben comenzar a implementar estrategias de descarbonización y así mantenerse al día ante un panorama cambiante de oportunidades políticas y de mercado.


La brecha entre el objetivo y la acción

La distancia entre la estrategia y la puesta en marcha amenaza un futuro libre de emisiones de gases de efecto invernadero y totalmente descarbonizado. Para reducir la brecha es necesario transformar la forma en que los negocios funcionan de adentro hacia afuera. La descarbonización puede ofrecer a las empresas la oportunidad de seguir siendo competitivas en los distintos escenarios climáticos posibles y, al mismo tiempo, reducir las emisiones para evitar los peores escenarios climáticos.


Las organizaciones que integran simultáneamente la reducción de inversión y emisiones de carbono ya están viendo resultados. Un estudio de McKinsey revela que estas empresas tienen reducciones de hasta 40% en las emisiones, que se traducen en un incremento de, al menos, 15% en los resultados financieros.


La descarbonización de las operaciones suele requerir una transformación de los procesos y las estructuras. Debe haber una clara participación y responsabilidad por parte de los directivos, así como la capacidad de estos para reevaluar continuamente la estrategia de descarbonización a medida que cambien los precios de los insumos (por ejemplo, los de la energía) y se comercialicen nuevas tecnologías.


El camino al Cero-Neto

El ritmo mundial de descarbonización sigue siendo demasiado lento: según el estudio de PwC, el mundo necesita descarbonizarse siete veces más rápido que el ritmo actual para limitar el calentamiento a 1.5 °C por encima de la media preindustrial.

La tecnología desempeñará un papel fundamental a la hora de reducir el arco de la descarbonización. De acuerdo con la International Energy Agency, más de un tercio de las reducciones de emisiones que se produzcan en 2050 dependen de tecnologías emergentes como los sistemas de captura, utilización y almacenamiento de carbono, lo cuales aportarían alrededor de 70% de lo que se necesita para alcanzar el escenario Cero Neto.


Los riesgos climáticos son también retos profundamente humanos. Tener una mejor comprensión de los retos ambientales (tanto físicos como de transición) y usar la tecnología emergente –como un sistema de descarbonización– como trampolín para construir una estrategia de emisiones más sólida y eficaz que ayude a mitigar los riesgos, detectar oportunidades y ofrezca perspectivas sobre los retos independientes relacionados con la descarbonización de todo el negocio es el camino certero hacia un Cero Neto en el que la ventana de oportunidad sea mucho más amplia y competitiva.

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